
TEATRO PARA EL
FIN DEL MUNDO



PRONUNCIAMIENTOS
VOCES REUNIDAS
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El espacio público necesita ser retomado como espacio detonante, a partir de la colaboración y el diálogo, compartiendo inquietudes comunes y generando discursos desde la cotidianidad. En tiempos donde el derrumbe social, económico y político es constante el posicionamiento del arte público como oposición y herramienta de conexión y comunicación humana se vuelve esencial.
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El interés es por procesos que se cuestionen a través de sus metodologías, el cómo construir experiencias de creación colectiva; una especie de autoría múltiple que pueda poner en diálogo y fricción las miradas subjetivas de distintos cuerpos y biografías, sin caer en la homogeneización, sino que profundizando en la potencia de la diversidad y su encuentro dialéctico con lo común.
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Ahora que he seguido de cerca el exterminio en la Franja de Gaza, tengo una necesidad grande de compartir y pensar en conjunto cómo se configuran dinámicas de poder de manera multiescalar (principalmente aquellas que moldean nuestras mentes, sentires, afectos), y cómo, desde lo que cada uno lee e interpreta (no sin dejar de reconocer las grandes paradojas que implican existir en un mundo capitalista y globalizado) se pueden movilizar otros modos de existencia.
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¿Cómo se construyen los supuestos del poder?; ¿cómo nos hacemos esclavos del anhelo del poder? ¿Cómo se construyen a través de esas dinámicas los roles de género?, es decir, las dinámicas del poder que interiorizamos al asumirnos como “mujer” u “hombre” y cómo las actuamos y sufrimos sin darnos cuenta que son partes de un sistema civilizatorio automatizado.
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Seguir construyendo narrativas donde mi cuerpo sea en sí mismo un acto de protesta y resistencia ante este mundo occidentalizado, capitalista y colonizado que constantemente nos demuestra que la vida humana solo es válida cuando está al servicio de los sistemas de explotación y del poder capital.
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La observación crítica de la vida y los mecanismos de cómo funciona sistemáticamente me han hecho cuestionarme y realizar propuestas desde la resistencia, ante la deshumanización apuesto por la intensidad del ser, los detalles del día a día y cómo estos se reflejan en la vida de distintos contextos, siempre atravesados por la violencia y la precariedad, la vida está pasando y las posibilidades a las que apuesto son una pequeña resistencia ante las distintas represiones.
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Creo en la potencia del arte como eje transformador de la humanidad y aunque en este momento siento que ante la guerra en el mundo el arte no tiene cabida, también creo que la belleza encuentra hendiduras en el concreto como la yerba y entonces lo que no tiene cabida es la guerra. Sino es así, al mundo ya no le quedaría nada más que hacer.
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La sensación de estar pasando por un momento de redefinición en las artes escénicas contemporáneas, de conocer y hacer desde esa conciencia, es una guía para la construcción de proyectos desde la relación capitalista de explotación, extracción, arribismo del estado mexicano en consideración de un nuevo estado que contempla la preponderancia del agente empresarial quizás ya perfilado con las grandes paraestatales a partir del México posrevolucionario.
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Mi interés está centrado en la investigación acompañamiento de corporalidades colectivas que inciden en los territorios de las montañas del sur de la Ciudad de México y crean otra lógica ante el horror que instaura el miedo para la inmovilidad de nuestros espacios y cuerpos. Actualmente indagamos en estas premisas y acompañamos a las familias buscadoras en estos territorios y deseamos seguir cuestionado y formándonos para tejer luchas y vínculos para la construcción de nuevos gestos con nuestros territorios.
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Me cuestiono sobre cómo a través del teatro podemos en conjunto remover la entraña de las personas para posiblemente lograr un cambio social. Hablar, comunicar, exponer, representar la vivencia de la violencia presente, ponernos en juego en pro de alzar nuestras voces y cuerpos es necesario y urgente. "Sólo están la ciencia y las artes para contestar a las bombas y los fusiles" - palabras por Stephane Sarrade después del encuentro y lectura en Avignon de "Niño en el jardín" de Daniel Danis.
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Llevo casi dos años manteniéndome activa y de manera constante en el teatro, desde las periferias, repasando y retomando las herramientas que he adquirido con el paso del tiempo, que me han permitido ser parte de diferentes obras de teatro y propuestas interdisciplinarias de creación escénica que se han parido desde lugares necesarios y que han generado alternativas en el espacio público, ante las lógicas de abandono, de desocupación de marginación y desplazamiento forzado.
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Considero urgente preguntarnos sensiblemente cómo miramos nuestros territorios, cómo los habitamos, cómo narramos las historias, cómo se siente nuestro cuerpo cuando le ponemos atención, cómo sembramos y producimos sin dañar a la tierra, cómo ponemos en escena el mundo que nos rodea y las cosas que nos importan.
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Participar dentro del Encuentro me parece vital para los tiempos-contextos-territorios que habito, al radicar en uno de los Estados con mayor registro de violencia institucional, desapariciones, violencia de género, entre otros hacen que mi práctica artistica no sea inmune a éstas experiencias ¿Cómo desglosar la narrativa mediática vs la vivencia directas de éstas y otras violencias? ¿Cómo se experimentan o reflexionan éstas prácticas en el centro y la periferia?
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El llamado teatro de lo real viene a resumir de manera precisa mis aspiraciones artísticas en mi presente. El objetivo es jugar con la teatralidad de lo individual de una historia para luego relacionarla con lo colectivo, de lo particular a lo general. Me inspira también hilar lo real y lo no real, de una manera no evidente para les espectadores y así potenciar el hecho escénico. Me interesa construir a partir de un estímulo como la Violencia, un camino hacia la paz, la libertad y un mundo más justo.
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Colima, es un estado muy pequeño, sin embargo en los últimos años se ha convertido en uno de los Estados más violentos del país, incluso del mundo; en el se ha normalizado asumir que las desapariciones, los feminicidio, asesinatos, transfeminicidios y crímenes de odio sean normalizados desde el discurso del Estado en el que para ellos no pasa nada en Colima y el que si existen estos hechos son porque andaban en algo mal.